La evaluación como oportunidad.
Anijovich, Rebeca y Cappelletti, Graciela. Paidós, Voces de la
Educación, 2017, 157 pgs.
Esta
obra escrita por Rebeca Anijovich y Graciela Cappelletti consta de seis
capítulos. El
contenido abordado hace referencia tanto a los problemas de la evaluación que
resulta del trabajo en las aulas y el acompañamiento a escuelas y docentes,
como a los aportes que brindan las investigaciones y los especialistas. En este
sentido, La evaluación como oportunidad, es un texto que
comparte conocimientos y experiencias a través de las voces y los diálogos que
mantienen las autoras con los docentes y los investigadores.
En la introducción, argumentan que durante el trabajo de acompañamiento y
formación de docentes de distintos niveles del sistema educativo, recuperan las
nociones que los profesores reconocen al aproximarse al tema “la evaluación de
los aprendizajes”, que posteriormente problematizan a lo largo de su libro.
Más tarde, expresan que la evaluación se entrama necesariamente con la
enseñanza y el curriculum, ya que en las decisiones que se adoptan están
presentes las concepciones sobre qué y cómo enseñar. El desarrollo de los
diferentes capítulos presenta temas, problemas e instrumentos que permiten a
los docentes interrogarse, reflexionar e indagar en los dilemas de la
evaluación que impactan en la enseñanza y en los aprendizajes. La propuesta es
comprender la evaluación en el contexto actual, en relación a la diversidad de
demandas de los actores involucrados en los procesos de evaluación.
Expresan que evaluar es “una tarea ardua que condensa sentidos construidos
desde el sistema educativo y que define la trayectoria escolar de los
estudiantes” (pág.10). Se trata de una práctica que impacta en el sujeto, en la
familia y en la propia institución educativa.
En este libro, la evaluación es entendida como una
oportunidad, cuyo propósito es que “los alumnos pongan en juego sus saberes,
visibilicen sus logros y aprendan a reconocer sus fortalezas y debilidades como
estudiantes” (pág.13), es decir, las dimensiones del proceso de evaluación
vinculada con la idea de ayudar a los alumnos a aprender y a reconocerse como
aprendices. El primer capítulo, “La evaluación en
el escenario educativo”, está organizado a partir de interrogantes y
preocupaciones que orientan hacia la comprensión de las relaciones entre
enseñar, aprender y evaluar, a fin de considerar el problema de la
calificación, como inherente a la evaluación de los aprendizajes en el marco
del sistema educativo. Consideran de suma importancia analizar el lugar
privilegiado que ocupa la evaluación, y al mismo tiempo, observar que se
constituye en el componente de los sistemas educativos que ofrece mayor
resistencia a los cambios. Las propuestas compartidas por las autoras presentan
alternativas para ir más allá de la calificación. Esto implica acompañar a los
estudiantes y sus aprendizajes con una variedad de actividades desde nuevos
formatos que resulten significativos.
En su obra destacan la función pedagógica de la evaluación, y la
diferencian de la función de certificación que se ha constituido en el sentido
de la evaluación. Señalan a modo de reflexión “no se trata, o no solo se
trata, de acreditar conocimientos, sino también de promover la toma de
conciencia de los estudiantes sobre su propio aprendizaje” (pág.23).
Este inicio convoca a los lectores a continuar en la profundización de su
reflexión sobre la evaluación como proceso general, y en este contexto, pensar
en la relevancia de la evaluación de los aprendizajes de los estudiantes, en
tanto las decisiones y las acciones favorezcan la mejora de las producciones. El segundo capítulo titulado “Los
conocimientos de los docentes y las prácticas de evaluación”, invita a revisar
las prácticas vigentes en las instituciones escolares y aporta elementos para
reflexionar e introducir modificaciones que las conviertan en instancias de
retroalimentación y dispositivos de mejora de los aprendizajes. En este
sentido, buscan ofrecer conceptos y herramientas que interpelen las
concepciones y creencias de los docentes acerca de la evaluación, con la
intención de favorecer diálogos e intercambios que vehiculicen propuestas
significativas de evaluación.
El tercer capítulo, “Las evidencias
de aprendizajes”, focaliza en la recolección de información para fundamentar
los juicios y decisiones en el proceso de evaluación, de allí la importancia de
las características que debe poseer la información para construir una evidencia
de aprendizaje, la planificación de su búsqueda y los criterios para su
análisis e interpretación. Además, promueven un trabajo sobre su relevamiento
que muestre que los estudiantes ponen en juego los aprendizajes alcanzados. El
diseño de situaciones de enseñanza supera la elaboración de una prueba, ya que
es necesario reflexionar que se busca con la evaluación, que es lo que se
evalúa e identificar evidencias desde la posición de docentes reflexivos, y así
incrementar la comprensión acerca de los estudiantes, su aprendizaje y la
enseñanza. En el cuarto capítulo,
“Más allá de las pruebas: la retroalimentación”, presentan reflexiones sobre
los procesos de diálogo con los que se comunican los resultados de las evaluaciones
“feedback”. Desde el enfoque de la evaluación formativa, no se trata solo de
acreditar saberes de los estudiantes, sino además de promover la toma
conciencia del propio proceso de aprendizaje y contribuir al desarrollo de la
autonomía. Estas acciones conllevan el seguimiento permanente de las tareas de
los estudiantes y a retroalimentaciones planificadas que impacten en logros de
aprendizajes. Para favorecer las instancias de diálogo de un modo sistemático,
recomiendan la utilización de protocolos que faciliten las devoluciones. Dichos
instrumentos colaboran en la organización de los intercambios y focalizan en
los desempeños y las producciones.
Antes del inicio de los contenidos del quinto capítulo “Transparentar y
compartir: las rúbricas”, se presenta el relato de una experiencia docente de
calificación en un examen estandarizado, como estrategia de análisis de los
sistemas de calificación. En relación a este tema, si bien abundan las
controversias, el interés se focaliza en el problema de la falta de
transparencia al momento de calificar. Para superar la ausencia de claridad en
la definición de criterios de calificación, se propone el uso de las rúbricas
como asistentes de la evaluación. La utilización de rúbricas cumple con los
propósitos de la evaluación formativa, en tanto los estudiantes ejercitan la
autoevaluación y la coevaluación. Cuando el aprendizaje es objeto de reflexión,
los estudiantes saben cuándo y cómo aprenden y los docentes ayudan a
desarrollar conocimientos para mejorar los procesos de aprendizaje. El trabajo
compartido basado en la transparencia y la comunicación, favorece la
comprensión profunda de los estudiantes en la que la evaluación esté al
servicio de los aprendizajes.
Por último, en el sexto capítulo, “El diseño de las evaluaciones auténticas”,
se trata una perspectiva de evaluación con participación activa del estudiante,
en la resolución de problemas significativos y complejos, por medio de tareas
que pongan en juego sus saberes previos, sus habilidades cognitivas y metacognitivas,
sus valores, sus actitudes y sus intereses, en la integración de conocimientos
de diversas disciplinas, con la toma de decisiones y reflexiones en su proceso
de aprendizaje. En relación a las características de las pruebas auténticas, se
trata de compartir y consensuar con los estudiantes el significado y sentido de
lo auténtico, y a su vez como comunicar los criterios de evaluación y las
expectativas de logro según lo planteado con anterioridad. Los modelos de
pruebas auténticas para diferentes niveles resultan inspiradores, aunque las
autoras advierten que no deberían ser las únicas,y que es necesario que formen
parte de un proceso que les otorgue sentido. En su epílogo, “Programar la evaluación”, inician con una cita de
Stobart (2010) que sintetiza las propuestas y reflexiones compartidas en este
texto, con la certeza que es necesario asumir el desafío de ayudar a aprender
en espacios de oportunidades “para que los estudiantes muestren lo que saben,
sus aproximaciones al conocimiento y las construcciones de saberes” (pág.139).
Desde una perspectiva filosófica, Brighouse (2009) sostiene que es preciso
formar “en habilidades de pensamiento que permitan diferenciar argumentos
falaces de verdaderos, perspectivas alternativas de un mismo saber y evaluación
critica” (pág.141), para contribuir a los procesos de aprendizaje. Como cierre,
las autoras citan los aportes de Pruzzo de Di Pego y Nosei( 2008) acerca de la
vinculación de la enseñanza con la evaluación y con el aprendizaje.
Este libro es de la práctica y para la práctica, según lo expresado en la
introducción, esto significa que al inicio del recorrido es probable que el
lector se pregunte si se puede pensar en otros modos de evaluar, si es posible
hacerlo desde otros paradigmas, y a partir de lo presentado en los diferentes
capítulos, las autoras sostienen que es una meta a alcanzar, en tanto los
docentes estén formados y conozcan las diversas perspectivas, acompañados por
la institución en el marco del sistema educativo.
Créditos a:
Stella
Maris Leduc
Universidad
Nacional de La Pampa. Adjunta de la Cátedra Residencia
Docente del Profesorado de Geografía –FCH– UNLPam. Investigadora de la Facultad
de Ciencias Humanas, UNLPam. leduc.stellamaris@gmail.com
Atte.
Edgar Zavaleta Portillo
Sub Director de Administración